02 octubre 2010

Ave del terror: asombroso hallazgo de científicos Argentinos de la UNLP , era un misterio para los paleontólogos

Se desempeñan en el Museo de La Plata y forman parte de un equipo de expertos internacionales. Revelaron que el fororraco, un ave que vivió hace casi 7 millones de años, atacaba a sus presas con el pico

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El ave Andalgalornis era incapaz de volar pero utilizaba un pico ganchudo para combatir a sus presas. Así lo reveló un equipo de investigadores internacionales, entre ellos, dos paleontólogos de la UNLP, que recrearon los hábitos alimenticios de esta ave prehistórica.
Es el primer estudio detallado del modo de depredar de estas aves extintas denominadas científicamente fororracos, pero también son conocidas como “aves del terror”.
Los fororracos se habrían originado hace 60 millones de años y evolucionaron durante el período de aislamiento de América del Sur, un continente isla hasta hace 3 millones de años. Se conocen 18 especies que varían de 90 centímetros de alto hasta más de 2 metros, como es el caso de Kelenken, un fororraco que habitaba en la Patagonia con un cráneo de más de 70 centímetros de largo.
Como no se conocen análogos de los fororracos entre las aves modernas, sus hábitos son un misterio para los paleontólogos. El equipo de científicos realizó el estudio más sofisticado conocido hasta la fecha sobre la forma, función y comportamiento depredador que tenía con tomografías computadas y herramientas de la ingeniería.
“Nadie realizó un análisis biomecánico exhaustivo de un fororraco”, dijo Federico Degrange, becario del Conicet e integrante de la división Paleontología Vertebrados del Museo de La Plata. “Necesitamos descubrir el rol ecológico que estas asombrosas aves desarrollaron si queremos entender cómo evolucionaron los ecosistemas sudamericanos a lo largo de los últimos 60 millones de años”, detalló.
El ave bajo estudio es un fororraco que habitó en Catamarca hace casi 7 millones de años. Es de tamaño mediano, 1,4 metros de alto y un peso de 40 kg. “Al igual que el resto de los fororracos, su cráneo es desproporcionadamente grande, tiene 37 cm de largo, con un angosto y alto pico dotado de un poderoso gancho similar al de las aves rapaces”, señaló la Dra. Claudia Tambussi, investigadora del Conicet y también integrante de la división Paleontología Vertebrados.
A través de los estudios, los resultados brindan una nueva perspectiva acerca del estilo de vida de esta ave depredadora única. Si bien su cráneo era robusto, era demasiado débil lateralmente y su pico hueco estaba en peligro de sufrir una fractura catastrófica.
Los fororracos se volvieron depredadores en sus ambientes sudamericanos. La investigación muestra que el fororraco debería emplear una estrategia de ataque y retroceso con golpes bien dirigidos a modo de hachazos con su pico. Una vez muerta la presa sería despedazada en bocados más pequeños utilizando el poderoso cuello, retrayendo la cabeza hacia atrás o, de ser posible, tragada entera.

El cráneo a través de tomografías

En el estudio sobre el Andalgalornis, el Dr. Lawrence Witmer, de la Ohio University College of Osteopathic Medicine, hizo una tomografía del cráneo y reveló que no era como otras aves, ya que había adquirido un cráneo rígido. “Tiene un cráneo fuerte, a pesar de tener un pico hueco”.
La evolución del pico estaría asociada tanto a la pérdida de la capacidad de vuelo en estas aves como a su gran tamaño. Stephen Wroe, director del Computational Biomechanics Research Group de la University of New South Wales, Australia, construyó modelos 3D del fororraco y de dos aves actuales para su comparación: un águila y una chuña, pariente actual más cercano a los fororracos.
Los modelos en 3D y las simulaciones apoyaron los resultados de las tomografías. “Comparado con las otras aves, Andalgalornis estaba bien adaptado para llevar su pico hacia adelante y luego hacia atrás utilizando el gancho curvo del extremo”, remarcó Wroe.
Un elemento clave en el análisis fue determinar la fuerza de la mordida. Para esto, Degrange y Tambussi trabajaron en el Zoológico de La Plata para conseguir que una chuña y un águila mordieran un aparato diseñado para medir la fuerza de mordida. “Descubrimos que era menor de lo que hubiésemos esperado y más débil que aquella de muchos mamíferos del mismo tamaño. Andalgalornis podría haber compensado esta débil fuerza usando los músculos del cuello para arremeter con su cráneo contra sus presas como un hachazo”, finalizó.

http://www.diariohoy.net/accion-verNota-id-99265-titulo-Ave_del_terror_asombroso_hallazgo_de_cientficos_de_la_UNLP

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